EL VIAJE

Entre el 18 y el 24 de diciembre he realizado el viaje más increíble de mi vida.

La historia empieza un lunes, tras 5 horas de autobús hasta Ciudad de Guatemala
con Soraya, donde nos espera Sandra para salir hacia el Petén. El Petén es una de las
mayores zonas Mayas del mundo, con una gran ciudad (El Mirador) llena de pirámides
y todo esto rodeado de kilómetros y kilómetros de selva. El pueblo más cercano está a
60 kilómetros, se llama Carmelitas. A El Mirador sólo puede llegarse de dos maneras:
en helicóptero o a pie.
Como somos unas valientes, decidimos contratar un tour para adentrarnos en la selva
y pasar 5 días aisladas de la civilización, acampando y a veces hasta compartiendo
tienda con arañas de colores vivos y grandes cuerpos, ratos de paseo con monos arañas
que si se cabrean arrancan ramitas de los árboles y te las tiran, y sobre todo, con muy
buena compañía. La verdad que echando la vista atrás, fuimos un grupo de 25 personas
bastante curioso: camuflados entre varios guatemaltecos podías encontrarte a tres
españolas, un francés, tres americanos…y de todas las edades (y cuando digo todas,
creedme que eran todas, que nos acompañaba hasta un abuelo de 78 años que se ha
hecho los 120 km sin quejarse ni una sola vez).

Podría contaros miles y miles de historias y buenos momentos del viaje, pero me quedo
con cuatro:
• Las inigualable atención recibida por toda la comunidad de Carmelitas, que se
encargan de cuidar de los turistas: tienen sus comedores en los campamentos
donde te dan comida que, si bien no es muy variada, está buenísima; la ayuda
para montar las tiendas, que tras ocho horas caminando se agradece muchísimo;
y las mulas que cargan tu mochila, que os podéis imaginar que hace las rutas
mucho más llevaderas.
• Las duchas tras las caminatas: resulta increíble llegar de las rutas y encontrarte
con que, por un euro, puedes meterte entre cuatro telas en medio de la selva y
echarte un cubo de agua por encima. OK, no os voy a negar que es agua fría,
generalmente tomada de lagunas, con sus insectos, su tonito marrón…pero
nunca me había sentado tan bien una ducha.
• Las caminatas por la selva cantando canciones de todo tipo, con cada miembro
del grupo aportando lo que buenamente puede. Esto se convierte en algo mucho
más especial si tienes la suerte (y la tuvimos) de que haya gente en tu grupo que
cante espectacularmente bien.
• Ver el amanecer desde la parte de arriba de una pirámide Maya (el Tigre),
rodeados de kilómetros de árboles (infinitos, allá donde mirases, todo era
árboles) en silencio, disfrutando de un momento irrepetible.

Y de toda esta historia me llevo una reflexión: no necesitamos, ni de lejos, todas las
comodidades que tenemos en nuestras grandes ciudades. He sido inmensamente feliz
durante 5 días a base de arroz, frijoles, huevo y tortillas, sin agua caliente, durmiendo
bajo una tienda de campaña, sin móvil, sin Internet, sin espejos y sin civilización. Y
me ha quedado tan claro que nos creamos nuestras propias necesidades, que cuando
volvíamos en el autobús mi único pensamiento era las ganas de volver a meterme en la
selva una temporadita, y la pereza que me daba volver a la civilización, a las ciudades,
el tráfico, los coches, el ruido…

Ah! y la decisión de que en mi próxima vida seré mono araña en libertad. Porque sencillamente no existe nada mejor en la Pachamama.

Sé que a muchos de vosotros os habría encantado compartir este viaje conmigo. No
pudo ser, pero os dejo unas cuantas fotos para que os imagines un poco lo que ha sido.
Enjoy 😉

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Horario salvadoreño

¡Hola de nuevo!

¿Os he contado alguna vez que en este país están locos? Yo ya se lo digo a ellos, que esto que hacen es de locura, pero no me creen…

El horario salvadoreño es todo lo opuesto al horario español. Aquí a las 5.30 o las 6.00 es de día, y a las 6 de la tarde ya ha oscurecido, por lo que la gente madruga (y mucho, nada parecido a lo que llamamos madrugar en España) para hacer su vida antes de ir a la oficina: salen a pasear, se van al gimnasio…La mayoría se levantan entre las 5 y las 6, pero he conocido alguno que a las 4 ya anda danzando. Y claro, eso hace que se acuesten prontito, así que a las 10 o las 11 te cierran los restaurantes y ala, para casa todo el mundo.

 

Cuando les cuento el horario español, y que no es tan raro que allí la gente se acueste a las 12, o incluso más tarde, y que los fines de semana levantarse a las 10 no es nada raro, abren los ojos como platos y me dicen: ¡estáis locos!

 

Total, que después de dos meses y pico aquí yo ya no sé quién esta loco, si ellos o nosotros. De momento he decidido dejar de planteármelo y adaptarme poco a poco a su horario. No me dejan muchas más opciones…

 Un abrazo desde El Salvador.

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La ruta de las flores

¡Hola de nuevo!

Como últimamente paro poco por casa, siempre tengo algo nuevo que contaros =) El domingo estuve haciendo la ruta de las flores: una carreterita de montaña, con flores de todo tipo por todas partes (sería la envidia de muchos padres y madres que intentan tener sus ventanas bien cargadas de flores que nunca llegan a ser…flores). Todo muy bonito, los pueblos de la ruta pequeños, con su plaza, su iglesia (blanca, pequeña, muy poco parecida a las españolas) y su plaza con la fuente en el medio. Los domingos organizan mercado en la calle principal, venden artesanía, comida…

A modo de curiosidad os cuento (antes de que se me olviden) los nombres de los pueblos que visitamos. Así comprobais que a pesar de tener el mismo idioma, yo también tengo que hacer esfuerzos para aprender palabras nuevas cada día: Izalco, Juayua, Apaneca, Ataco y Ahuachipán (mis disculpas a los salvadoreños si alguno no está bien escrito).

Esto es todo…de momento =)

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En un buen mercado salvadoreño no puede faltar la montaña de cocos

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Una urbanización como otra cualquiera, rodeada de todo tipo de flores

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Para que veáis que por aquí también nos cuidamos

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Pues eso, un medio de transporte

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Y ya por último, feliz navidad =)

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Onuva

¡Hola a todos! Hoy he vivido una de las experiencias más emotivas de mi vida. Esta mañana he ido a Onuva. Es una escuela creada por una orden de religiosos. Está en la zona de el volcán, muy cerquita de dos comunidades muy humildes, y tiene instalaciones para los niños de hasta 6 años, un colegio para los que son un poquito más mayores y un instituto, para que los niños de la zona puedan formarse hasta los 18 o 19 años.

La historia de Onuva comenzó hace 15 años, con un par de misioneros españoles que vinieron a El Salvador y tras ver la situación de los niños en el país decidieron “aportar su granito de arena” (como ellos mismos dicen). Tienen más de 600 niños estudiando allí, y cada año son más. Hay mucha gente colaborando allí: unos se encargan de llevar la comida semanal, para dar a los niños tres comidas al día y asegurarse así de que está bien nutridos y crecen sanos, otros cocinan, hay una pequeña consulta para los niños y sus padres, con su farmacia, en la que les atienden siempre que pueden, profesores, encargados de la capilla…cada uno hace lo que puede por ayudar.

Yo he estado sobre todo en la parte de los niños de 3 a 6 años. Al principio cuando llegué estaban en clase, así que bien formalitos, sentados en las mesas, pintando…y luego llegó la hora del recreo y el patio (lleno de columpios y balancines) se llenó de voces, gritos, risas…Los más atrevidos se acercaban a preguntarme quién era, qué hacía allí, de dónde venía y por qué estaba tan lejos de mis papas, pero la mayoría son bien tímidos, así que sólo nos miraban desde lejos y nos saludaban con la manita.

La verdad que ha sido muy emotivo. Es increíble ver lo hacen por los niños, sólo puedo decir que chapó por ellos, de verdad. Pero no sólo se dedican a formar a los niños. Mensualmente se reúnen con los padres y les explican lo que deben comer sus hijos, cómo tienen que educarlos y reñirles cuando hacen las cosas mal, lo importante que es que vayan limpios al cole…hacen un trabajo estupendo desde el cabeza de familia hasta el más pequeñito de la casa, para asegurarse de que todo el proyecto tiene éxito. Y con ese “granito de arena” que ellos aportan, este año más de 600 niños han ido a la escuela y han hecho tres comidas diarias, han jugado, han aprendido a lavarse las manos antes de comer y los dientes después. Y eso en un año. Ahora imaginad lo que llevarán en 15. Aunque estos “superhéroes” no lo reconozcan, para mí su granito de arena es tan relevante como un desierto entero. 

Silvia.

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Un fin de semana de película en un país de película

Pues sí señores, un país de película. Porque si algo tiene El Salvador es eso, que tiene cosas únicas y que, al ser tan pequeñito, te permite estar en todas partes y en todo tipo de ambientes en un par de días. He vivido un fin de semana muuuy cargadito de aventuras de todo tipo, para todos los gustos. Voy a intentar ponerlas en orden por aquí, aunque creo que por mucho que os cuente, lo que vais a leer es para vivirlo. Si no resulta imposible saber cómo te sientes después de un fin de semana con estas aventuras.

El sábado por la mañana quedé con una amiga que trabaja en una ONG de aquí y sus compañeros de oficina. Ellos no viven en la capital, viven en el Puerto de la Libertad, un lugar del que os hablaré un poquito más adelante. La idea era salir a las 9.30 para hacer una ruta por una serie de pueblos (la ruta de las flores) y que así Soraya (mi amiga, que lleva aquí aún menos tiempo que yo) y yo vayamos conociendo el país. Pues bien, el sábado por la mañana comienza el tour, aunque una hora más tarde de lo previsto (algo muy común en El Salvador, donde la puntualidad no es precisamente su punto fuerte). Tras bastante rato en el coche, viendo paisajes y personas que para nosotras empiezan a resultar familiares, pero que no lo son tanto (gente de pie en la parte de atrás de las furgonetas, bicicletas en la autopista, perros andando por la carretera, montañas impresionantes, vegetación por todas partes, cañas de azúcar, plantas de café…) llegamos a un parque natural: Cerro Verde. Un sitio impresionante, desde donde se ve el volcán Izalco y el de Santa Ana. El de Santa Ana es bastante más alto, pero el Izalco (en lengua precolombina, su significado es “Joya que revienta”) es mucho más impresionante, porque es el típico volcán que te imaginas cuando oyes eso, la palabra volcán. Entró en erupción hace no demasiado tiempo y no tiene nada de vegetación, es pura lava. De hecho aún está activo y desde el Cerro Verde podíamos ver como de vez en cuando echa humo. Precioso. Hay una ruta de 3 horas para subir hasta el cráter que por falta de tiempo dejamos pendiente, pero os la contaré algún día.

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Una vez dentro del parque natural, decidimos hacer una ruta de 45 min por el bosque, guiados por dos niños de 13 años que trabajan allí. El bosque precioso, con plantas tan curiosas como un pinabete (mezcla de pino y abeto) y animales raros y curiosos (alguno alcanzamos a ver, aunque poquitos). Y los niños…unos auténticos cracks. Se sabían absolutamente todo lo que les preguntases, ¡y eso con 13 años!

Tras la maravillosa ruta por el bosque nos acercamos al Lago Coatepeque. Bueno, aquí sí que tengo cosas muy interesantes que contaros. El lago está prácticamente (o totalmente) privatizado. La gente de recursos en el país tiene comprado su terreno en la orillita, con su casaza (que lo ves y piensas si seguirás en el mismo país en el que vives el resto del año) y, según me cuentan, totalmente controlado. Cuando alguien vende su casa, el resto de los propietarios de las casas del lago tiene que aceptar al nuevo comprador. Si no lo acepta, la venta no se realiza. Algo que me resulta muy curioso teniendo en cuenta que es un lago público, pero así son las cosas por aquí. El lago es de origen volcánico, lo que quiere decir que era el cráter de un volcán que ya no existe. Se han sumergido más de 1.500 metros buscando el fondo y no lo han encontrado, por lo que la gente de por aquí dice que “no tiene fondo”. Por suerte para nosotros, hay algún bar que tiene comprada su parte de la orilla y por lo tanto te puedes acercar al lago. Nos metimos en uno de estos restaurantes y nos encontramos con una estupenda mesa, con sus sofás blancos (tipo portada de revista del Hola!) esperándonos en primera. Tras pedir la comida, nos ofrecen un paseo de 10 minutos en moto acuática por 5 dólares. Yo no había montado nunca y la verdad que me daba un poco de respeto, pero al final me convencieron y fue…Increíble!!! Una pasada, en serio. Una pequeña nota con respecto al lago: hay paseos en helicóptero para turistas por 50 dólares. Es otra aventura que espero contaros antes de irme. Tras un buen almuerzo a la orillita del lago decidimos volver hacia el Puerto de la Libertad, y cuál es nuestra sorpresa cuando, a mitad de camino (y en medio de la autopista), paramos en un mirador a ver todo el parque que dejó la erupción del volcán de San Salvador. Montones y montones de lava de la que, como era de esperar, no pudimos evitar traernos un poquito de recuerdo para casa.

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Y por fin, tras un día increíble llegamos al Puerto de la Libertad. Nada que ver con San Salvador. El puerto es un sitio bastante humilde. Sus casas son pequeñitas, humildes y durante los fines de semana sin agua corriente. Lo sé, cuesta hacerse a la idea de cómo es vivir sin agua corriente ¿verdad? Las casas suelen tener una pila (como la de lavar la ropa de los pueblos) y ahí almacenan el agua cuando tienen. Así, cuando necesitan lavarse y esas cosas en las que estamos tan acostumbrados a abrir el grifo y hacerlas como si nada, tienen agua en la pila para poder hacerlo. Eso sí, ojito! Que el agua aquí no es muy potable que digamos, así que almacenada en la pila ya ni de coña. Para lavarse los dientes más te vale usar agua embotellada, para ahorrarte disgustos.

Este finde empezaban las fiestas del puerto y allí que fuimos. Y nos deparaba otra sorpresa este país. Anunciaban un concierto a bombo y platillo, de El Klan. Como no sabíamos que era, pagamos los 5 dólares de la entra y…sorpresa!!!! Un tío cantando reggaetón al más puro estilo videoclip: su sudadera, su collar gigante, sus gafas de sol y por supuesto las 4 tías detrás con poca ropa y perreando a tope. Lo que más me sorprendió del concierto: las tremendas burradas que decían las letras de las canciones (mucho peores q las que llegan a España) y el aplauso que pidió el tío por Jesucristo, por darnos la posibilidad de reunirnos esa noche (a decir burradas, supongo).  Total, que decidimos marcharnos a la Playa del Tunco (la de los surferos) donde pasamos un buen rato bailando salsa en un concierto de salsa en directo.

Tras un domingo de piscina y playa (también quedó pendiente el paseo a caballo por la playa por un dólar), me volví para casa con la sensación de haber estado una semana de vacaciones explorando el mundo. Parece increíble que en un día y medio me diese tiempo a ver tanto y a hacer tantas cosas. Lo mejor: la compañía. La gente humilde de aquí es increíble, sólo ver como disfrutan de un ratito en el lago, de un viaje como el que hicimos y cómo valoran y no se preocupan de lo que para nosotros, en nuestro “mundo civilizado” son problemas. Aquí sí que saben disfrutar de la vida.

Espero poder contaros más aventuras como esta pronto.

Sed buenos y, sobre todo, sed muy felices 😉

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Diccionario salvadoreño-español

Unos días antes de irme, una amiga (cuyo nombre no haré público) me dijo: “a mí lo que más cosa me daría de irme es el idioma”. En ese momento, todos los q oímos la frase nos reímos y ya ella se dio cuenta de que en El Salvador se habla “el mismo idioma que en España”. Pues bien, este post va por ella. Me río yo del mismo idioma que en España…

Hoy voy a contaros algunas expresiones y consejos para entenderse con un salvadoreño/a, que a veces no es fácil, para que aquellos que algún día os decidáis a conocer las maravillas (y las no tan maravillas, aunque eso lo diré bajito por eso de fomentar el turismo) de “la pulguita de América”.

Ahí vamos: primer aspecto a tener en cuenta: los salvadoreños se tratan de usted entre ellos, incluso cuando tienen bastante confianza. A veces, con familiares o amigos muy cercanos utilizan el voseo. Esto es muy común en Latinoamérica, pero nosotros no estamos nada acostumbrados y a veces se nos hace un poco difícil, sobre todo con personas con las que trabajas todos los días y con las que vas teniendo más confianza. Además, el salvadoreño no dice “no” así tan clarito como acostumbramos en España. Ellos dan vueltas al tema hasta que terminas intuyendo que eso significa no, por lo que las negociaciones o conversaciones en las que hay que llegar a un acuerdo se hacen a veces interminables. Sin embargo, esto no es malo del todo. Las relaciones son muy cordiales, rara vez te dan una mala contestación o te ponen mala cara. Hablan por lo general más bajito que los españoles, más lento, más cantado…

Además, usan expresiones que para nosotros resultan bastante graciosas, y que por supuesto la primera vez que las oyes no entiendes nada, ni sabes de qué narices te hablan. Ahí van algunos ejemplos:

  • Híjole: es una expresión de sorpresa/alegría que utilizan de vez en cuanto. Me consta que alguno por España lo ha oído, y hasta dicho, alguna vez 😉
  • Cabal: significa que están de acuerdo. Normalmente es la respuesta a la frase del interlocutor con el que tienen la conversación. Normalmente marcan mucho la primera sílaba y la alargan, algo así como “caaaabal”.
  • Puta: es la sustitución de joder. Aquí nadie diría “joder, se me olvidó hacer esto”. Sería más bien un “puta, se me olvidó!”
  • Puchica: sería el “jolines” que usamos en España. La forma de evitar decir una palabra que sonase peor.
  • Chévere: no tengo aún muy claro qué significa, pero creo que es algo así como “qué bien”
  • Chivo: es como ok, o perfecto. Muchas veces va seguido de un pues. Si le dices a un salvadoreñ@: quedamos a las 5, seguramente te conteste “chivo pues”.
  • Cipote: noooo! No penséis mal! No tiene para nada el mismo significado que en España. Creo que tiene más significados, pero yo lo he escuchado cuando hablan de los niños. Sí señores, si aquí usan la palabra cipote probablemente se estén refiriendo a un niño pequeño.
  • Mijo: en realidad están diciendo “mi hijo”, y es algo así como nuestro “tío” pero algo menos informal.

A todo esto hay que añadirle los galones (como 3 y pico litros), las onzas, las yardas y todo tipo de medida que, por lo menos yo, no tengo ni idea de lo que significa.

Bueno, seguro que me estoy dejando un montón de expresiones que utilizan por aquí, pero aquí ya dejo vía libre para que los salvadoreños o la gente que lleva más tiempo aquí y que vea mi blog, realice sus aportaciones. Con esto sólo quería resaltar que aunque parezca que no, a veces tenemos que hacer, por ambas partes, verdaderos esfuerzos por entendernos. Por lo que, como decía mi amiga, a veces la barrera del idioma complica las cosas, aunque sea en un sitio “con el mismo idioma”.

 

Sed buenos y, sobre todo, sed muy felices.

 

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El Tunco

Sé que he estado muy desconectada y más de uno me lo ha echado en cara. Lo primero, pediros perdón por haberos tenido tan desinformados, pero la semana pasada (incluido el fin de semana) he estado demasiado ocupada y no he tenido tiempo para nada. Pero no os voy a aburrir con temas de trabajo, porque no me parece apropiado. Así que os voy a contar donde estuve el viernes.

El viernes fui a la Paya del Tunco. Es la playa que está más cerca de San Salvador (apenas media hora) y es la más turística. Es la playa de los surferos por excelencia y tiene muchos bares donde tomar algo con música en directo y “gringos” por todas partes. Yo estuve en una fiesta del 5º aniversario de un bar, en un ambiente muy internacional y con música en directo. La verdad que estuvo genial y el sitio me encantó. Típico bar en la playa, en una cabaña de madera, con música en directo y buen rollo. Es una pena que me quedase sin batería en la cámara y no pudiese sacar fotos, pero espero volver. La verdad que allí hay clases de surf, organizan campeonatos con bastante frecuencia y, si las condiciones me lo permiten, tengo intenciones de pasarme por allí de vez en cuando. La próxima prometo fotos, me aseguraré de llevar la cámara bien cargada.

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Un poquito sobre mis sentimientos

Bueno pues aquí estoy de vuelta. Siento haber tardado tanto en volver a dar señales de vida, pero hoy voy a ponerme un sentimental y para esto necesitaba estar un poco preparada. Acabo de hacer mi primer mes aquí, y como no podría ser de otra manera, estos días he pasado una pequeña “crisis” por estar aquí.

Sé que hasta ahora todo lo que os he contado sonaba muy bonito y parecía que todo iba bien, pero claro, no había tenido tiempo real para sentarme a pensar dónde me había metido. Llegué un martes, el miércoles me presenté en la oficina, y entre ir a trabajar, buscar piso, encontrar qué comer y dónde comprar…pues las primeras semanas no era muy consciente de dónde estaba. Además, todo lo que veía era nuevo para mí y me sorprendía, y con un poquito de buena actitud, le veía el lado divertido, positivo, o por lo menos interesante a todo.

Pero amigos, llega el momento en el que estoy asentadita en mi casa, ya voy a comprar, cocino, limpio y plancho, voy a trabajar todos los días y sé más o menos lo que se espera de mi en el trabajo, vamos, eso que llaman RUTINA. Y con qué me encuentro: con tiempo libre y…bloqueo! He pasado algunos días sin salir mucho de casa, prometiéndome todos los días ponerme las pilas y buscar algo que hacer, algún sitio donde ir…pero para que os hagáis una idea, esto no es Madrid, Nottingham o Valladolid. Aquí no tiene mucho sentido salir a la calle a andar sin tener un sitio a donde ir, y a las 5.30 de la tarde es de noche y “no debes andar sola por ahí a esas horas” (el consejo más escuchado por cualquier persona que venga al país). Entonces te planteas ir en taxi a los sitios. Primer problema: llama a un taxista de confianza que en ese momento esté disponible. Segundo problema: decide dónde ir y qué hacer. ¿Otra vez el centro comercial al que vas todos los días? ¿te aventuras a un centro comercial nuevo que no conoces y no sabes ni dónde está?…total, que te entra la pereza, te pones una peli, y a pasar el día en casa. Y es ahí cuando más empiezas a echar de menos lo que tienes en España: una comida familiar, una buena fiesta con tus amigos o una clase de salsa un martes por la noche…Y así, van pasando los días y cada vez te apetece menos hacer nada.

Pero antes de venir aquí sabía que esto no iba a ser fácil, así que cansada ya de estar metida entre estas cuatro paredes, me puse las pilas. Ayer estuve en el museo de arte (que está cerquita de mi casa y pude ir andando, y menos mal, porque esto de no poder moverme por la calle me amarga la vida). La verdad que me encantó. No soy yo muy de pintura, pero tiene cuadros muy buenos. Hay una colección de imágenes en bosques daneses, de Luis Paredes (Escapes y Refugios) que me pareció espectacular. Y una sala dedicada al paso del tiempo en el arte y especialmente a la época de la guerra, que para los que no lo sepáis, fue en los años 80, y de la que os hablaré en detalle otro día. Hoy he ido al centro español y he descubierto que hay muchísimas actividades a las que apuntarse (yoga, tenis…para todos los gustos) y ya voy poco a poco conociendo a más gente y viendo más posibilidades para aprovechar este año desde ya. Porque si algo tengo claro es que estos 15 meses van a ser únicos para cada uno de los que estamos repartidos por todos los rinconcitos del mundo y que, por muy difícil que se nos pongan las cosas, no podemos dejarnos comer la partida.

Y con esto y la promesa de no ponerme sentimental muchas más veces, y de volver a escribir pronto contando todo lo que vea para acercaros un poquito más a mi realidad, me despido por hoy. 

Sed buenos y, sobre todo, sed muy felices. 

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TENGO PISO!!! por fin tengo una casita donde vivir y ya estoy instalada. Me ha costado unos cuantos días, pero estoy muy contenta con el piso que elegí, me encanta y creo que voy a estar muy bien aquí. He subido las fotos al facebook, pero para los que no lo usáis, os pongo aquí  algunasImagen

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Como veis, el piso es muy grande y tiene unas ventanas gigantes con unas vistas increíbles…nada que ver con lo que puedes encontrar en España por el mismo presupuesto.

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Además hoy aprovecho para contaros cómo funcionan los temblores aquí. Aprovecho que lo tengo reciente porque acabo de vivir dos seguidos. Han sido muy flojitos, pero aún así los he notado. El jueves hubo otro pero yo ni me enteré, la verdad. Pero esta vez estaba tumbada en el sofá viendo la tele y ya me he dado más cuenta. Según dicen, hay muchas maneras de reaccionar ante un terremoto. Hay gente que se queda bloqueada, otra que entra en pánico y otros que son capaces de pensar lo que tiene que hacer y actuar con cabeza. De momento, mi reacción ha sido sentarme en el sofá y esperar a ver cómo evolucionaba, por si iba a más y tenía que meterme debajo de la mesa. Pero la verdad es que siendo tan flojos creo que es la reacción más normal. Aquí es normal que la tierra tiemble de vez en cuando y la gente se queda quieta, esperando a ver si hay que ponerse en marcha o puedes volver a lo que estabas haciendo. 

Por lo visto, existen dos tipos de terremotos. Los más comunes y menos graves son en los que la tierra se desliza, el movimiento que sientes es horizontal. Los tres que yo he notado desde que llegué han sido así. El otro tipo es más grave, por las consecuencias que tiene. La tierra se mueve de forma distinta, y la sensación que vives, por lo que me cuentan, es como si estuvieses botando, como si el movimiento fuese en vertical. El del jueves fue así, pero yo estaba deshaciendo las maletas y ni me enteré…

Como veis, aquí se puede aprender mucho sobre estas cosas, aunque yo sinceramente espero no teneros que contar cómo reacciono ante uno de los fuertes, esperemos que nos quede esa duda 😉

Publicado el por silmatmar | 2 comentarios

A qué me dedico por aquí

Estos primeros días me he dedicado a contaros cosas sobre la vida en San Salvador, pero aún no os he contado nada de mi oficina, y claro, la gente empieza a preguntarse a qué he venido aquí ¿a estar en la playa? ¿a ver volcanes? Pues sí, he venido a eso, pero también a trabajar.

Trabajo en una oficina con 4 personas: mi jefa y tres compañeros. La verdad es que me gusta mucho el trabajo que hago. Principalmente me dedico a resolver alguna consulta de alguna empresa que necesita información, leer la prensa a diario y redactar las noticias para subirlas a la página web de la oficina comercial, buscar datos macroeconómicos para realizar informes y, cuando me sobra un ratito, a buscar información para hacer un estudio de mercado. Este es el día a día en la oficina, aunque de vez en cuando (este mes, por ejemplo) tenemos que hacer algún Servicio Personalizado. Para los que no sois becarios ICEX, una explicación breve: alguna empresa necesita información que lleva un poco más de trabajo o quiere que le organices una agenda de reuniones con empresarios salvadoreños para venir unos días al país. Nos  llaman y nosotros nos encargamos de organizarlo todo. Como digo, depende de cada oficina, pero aquí estas cosas no pasan muy a menudo. Aunque he tenido suerte y este primer mes tengo de todo, para aprender a hacer todas las cosas ya desde el principio.

A eso se reduce mi día a día. Y me encanta.

Y en breves: MI CASA!! porque hoy firmé el contrato y mañana haré el traslado. Prometo fotos =)

Sed buenos y, sobre todo, sed muy felices. Silvia

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