Bueno, bueno, bueno…pues después de haberos tenido muy abandonados (pido perdón pero el último mes ha sido de lo más movidito), por fin vuelvo a la carga. Tengo bastantes temas en el tintero pero para hoy he elegido un tema que, para todo aquel que quiera entender la vida en El Salvador, resultará imprescindible: los zancudos.
Nos encontramos en la época más calurosa del año en El Salvador. Hay bochorno, altas temperaturas y un calor que, como en todas partes, nos trae algún que otro problemilla. Aquí ese problema tiene el nombre del mosquito trasmisor del dengue, el zancudo. Para que os familiaricéis con él, os dejo una foto. Como veis, bonito bonito pues no es…
Brevemente, se caracteriza por volar muy poco, vivir muy pocas horas y poner sus huevos en agua estancada. Esto hace que las casas con pilas o los sitios donde se acumula mucha agua sean auténticos criaderos. No obstante, nadie se libra de encontrar de vez en cuando alguno por su habitación. Y ahí empieza la aventura. Y es que cazar un zancudo es algo que puede volverse tremendamente complicado.
Pongamos un ejemplo (bastante comentado y oído estos días en cualquier círculo social): estás dormido y de repente te despiertas. Más bien te despierta un zancudo volando por encima de tu oído, con ese sonar de la trompa que hace imposible volver a dormirte. Parece que tienen un sensor y, cuando cierras los ojos, vuelven con más fuerza! Además, a eso se le añaden las picaduras. Por lo general no son muy grandes ni pican mucho, pero si tienes la gran suerte (como yo) de que te dan alergia y se te pone el brazo como un botijo, entonces se convierte en un tema personal.
Total, que te levantas a darle caza, pero aquí viene el problema: los zancudos no son normales. Huyen de la luz. Puedes encontrártelo debajo de la cama, detrás de la mesilla de noche, o dentro del armario. Escondido en cualquier sitio dispuesto a volver en cuanto apagues la luz y te vayas a la cama.
Entre los mecanismos más utilizados para acabar con ellos está la famosa raqueta que da descargas para acabar con ellos. Yo, tras varias noches de caza sin herramientas y volviéndome loca, me he comprado una. De momento le voy dando bastante uso.
En definitiva, las noches de cualquier salvadoreño (o persona que viva en el país en esta época) consisten en dormirte hasta que aparezca el zancudo, levantarte de madrugada a cazarlo y pasar un buen rato buscándolo. Si tienes suerte y lo encuentras (y sólo había uno) sabes que podrás descansar hasta el día siguiente. Si tiene suerte y se ha escondido bien, esta pelea pueden durar horas (o noches). Y al día siguiente, mientras te mueres de sueño en la oficina, se te ocurre comentar: “¡qué sueño! Me despertó un zancudo a la 1 am y me pasé como media hora de caza” y es cuando se abre el gran tema y descubres que, quien más y quien menos, todos hemos tenido que salir de caza un rato la noche anterior. Y así, todos los días desde hace algunas semanas. Eso sí, tengo entendido que los salvadoreños, que tienen más experiencia en tratar con estos bichitos, les dan matarile más fácilmente. Yo aún tengo que mejorar mi técnica =)
¡Un abrazo y hasta la próxima!